miércoles, 29 de octubre de 2014

POR LOS SENDEROS DEL CAFÉ

Por los senderos del café. La bebida del diablo: Historia económica y política del café en Colombia.

Por: Estrada, Fernando

Cuanto menos hasta la primera mitad del siglo XX, la historia cafetera es el mejor recurso para comprender la geopolítica en Colombia. Las distintas identidades regionales y la evolución de los conflictos políticos fueron el resultado del modo de producción asociado a la economía cafetera. Todos los agentes económicos que han participado en la historia cafetera (individuos, organizaciones, instituciones) tomaron decisiones sobre la circulación de su capital o el despliegue de su fuerza de trabajo en un contexto marcado por una profunda tensión entre separarse e irse a donde la tasa de remuneración fuera más elevada, o quedarse, apegados a compromisos pasados, para recuperar valores ya materializados. La manera de resolver esta tensión entre la inmovilidad y el movimiento dentro del espacio geográfico regional es fundamental para entender la historia cafetera del país.


EL MODELO DE LA ECONOMÍA CAFETERA

Las investigaciones fundamentales de la economía cafetera han demostrado que las alianzas de clase regionales, se establecieron de manera imprecisa en los territorios, por lo general en la cordillera central de Colombia (aunque no de manera exclusiva o única) y se organizaron a través del Estado, siendo una respuesta necesaria a la inevitable necesidad de defender unos valores ya materializados y una coherencia regional estructurada. Las alianzas propuestas promovieron activamente condiciones favorables para las nuevas formas de acumulación en las regiones. Pero, como se evidencia durante la segunda mitad del siglo XX, estas alianzas resultaron irremediablemente inestables. No pudieron contener las fuerzas fundamentales que introdujeron, en la segunda mitad del siglo XX, la economía del narcotráfico y el conflicto armado. Lo que proyectaron tales alianzas fue más bien una interiorización de estas crisis en términos de divisiones entre clases y entre facciones regionales potencialmente explosivas. Los límites de estas alianzas, como de su historia, son porosos y están sujetos a modificación.

Café arábido. Grabado francés del siglo XIX. La primera descripción de una planta de café fue hecha en 1592 por Próspero Alpini y, un siglo después, Antoine de Jussieu (1713) la denominó Jasminum arabicanum (la consideró un jazmín). Fue Linneo (1737) quien la clasificó en un nuevo género, el género Coffea, con una sola especie conocida: C. arabica. Hoy se reconocen 103 especies, sin embargo, sólo dos son responsables del 99% del comercio mundial: Coffea arabica y Coffea canephora.

Marco Palacios reúne los primeros estudios comparados sobre historia económica, social y política del café en el contexto de una incorporación del país a los mercados internacionales. Su objetivo es identificar las transformaciones históricas que suceden con base en el cultivo y su papel hegemónico en las exportaciones colombianas. Estas provocaron, en las estructuras productivas y de clases, dinámicas que cambiaron la producción cafetera, las fuerzas regionales y las relaciones con el poder político central. El libro de Palacios concede una notable importancia a los nexos con el mercado mundial, el impulso y la dirección de los cambios regionales; el argumento central es que estas ligaduras pudieron mantenerse y hasta fortalecerse sin que para ello fuera necesaria la presencia activa del Estado.
La implantación y consolidación de una economía monoexportadora constituye una etapa de singular importancia para la consolidación de una nación. En un contexto de fragmentación política creciente y en una geografía regional socialmente dispersa, como en los tiempos de la transición del siglo XIX al XX en Colombia, liberales y conservadores luchaban por imponer su hegemonía política. El cultivo del café se convirtió en factor importante de las resistencias y sumisiones frente al poder político, y consolidó expresiones de identidad regional y política en un país que carecía de una narrativa homogénea de sus tradiciones. Una expansión progresiva de las fronteras de colonización, la transformación de las formas de propiedad, los procesos de inclusión y exclusión de grupos sociales y los desarrollos de un centralismo político, agudizan los desarrollos mismos de la sociedad colombiana. El país evoluciona desde pequeñas unidades minifundistas hasta convertirse en una economía cafetera. De modo que los ideales de un pueblo se suceden como variaciones en la concentración del poder derivado del cultivo del café.
La economía cafetera puede enseñarnos aspectos que superan exclusivamente un renglón importante de la economía nacional. En el caso colombiano, las propias dinámicas de transformación regional, los conflictos políticos y el mismo Estado están relacionados con su devenir. La interpretación de Palacios esboza la historia dentro del marco de evolución de los modernos estados nacionales de Europa y los Estados Unidos; la transición desde la agricultura y los avances del capitalismo en sus estadios consolidados del siglo XIX. De modo que la crónica del café replantea el conjunto de la historiografía colombiana.
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